lunes, 17 de septiembre de 2012

La Promesa del Aventurero


Sinopsis: Un aventurero llega a un templo derruido con una misión de hace decadas. 
Número de palabras: 1270
Clasificación: B
Género: Fantasía, Aventura
Comentario: Tenía que escribir un capitulo o algo parecido para mi taller de creación literaria, terminé escribiendo esto. 
 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------




Se acercaba una tormenta y James no tenía tiempo de alejarse de ella. Tenía dos opciones: correr el riesgo de que un fuerte viento lo tirase por el acantilado, o recorrer el laberinto lleno de horrores que era el interior del templo. Su arnés comenzaba a fallarle y en cualquier momento se cortaría la cuerda. Miró hacía abajo, hacía el mar tempestuoso que azotaba contra las enormes piedras blancas. Tomó su mochila y se la amarró fuertemente con un trozo de cuerda suelta y se impulsó hacia la entrada al templo más cercana.

Sacó una linterna y comenzó a recorrer las ruinas. Los pasillos estaban decorados con hermosos azulejos retacados con imágenes y aunque a punto de colapsar era uno de los lugares más hermosos de todas las tierras conocidas.

James ya era un hombre viejo, mucho, mucho más viejo que cualquier otro aventurero. Llevaba varias décadas retirado y su agilidad lo confirmaba. Se movía lento a través de los túneles, y sin embargo lograba mantener una determinación y un paso tan firme que resultaban en darle la apariencia de una pantera. Sus ojos caídos y cansados apenas podían ver através de la oscuridad y cada tantos pasos una horrenda tos lo interrumpía, rogándole que se sentase a descansar. Aún así no paraba, seguía recorriendo el laberinto.

De entre la oscuridad salían ruidos monstruosos. Rugidos y alaridos que erizaban su piel. De pronto todos los sonidos callaron, justo cuando había llegado a un enorme vestíbulo con varias puertas. Lentamente se comenzó a escuchar algo distinto… como si miles de piedras cayeran al suelo de pronto. El ruido se empezó a hacer más y más fuerte y más y más cercano. Una de las pertas salió disparada a la pared y se deshizo en miles de astillas y através de su umbral miles de animales salieron huyendo despavoridos. James había sacado su escopeta, pero al ver la cantidad de bestias que se dirigían hacía él retrocedió hasta topar con la pared que quedaba a su espalda, se encogió sobre sí mismo y espero a que todo acabase. Los animales lo pasaron por alto sin siquiera notar que ahí se encontraba y lentamente fueron desapareciendo através de las otras puertas. De nuevo reinó el silencio por unos segundos. James esperó con el corazón en la garganta. Un enorme alarido, potente, cercano, monstruoso, sacudió el templo entero tirando piedras y rompiendo paredes. James se incorporó y miró la puerta por donde habían escapado los animales.

- Sigues aquí, bestia. – Dijo para sí mismo y comenzó a avanzar.

De nuevo aquel rugido horrendo sacudió el templo. Era chillante, como uñas rasgando un pizarrón. James no se inmutó. Caminaba por entre las ruinas, tratando de evitar caer a los ríos subterráneos que comenzaban a ser visibles através del suelo roto del lugar. Había algunos pasillos de los cuales no quedaba más que unas cuantas tablas y el viejo aventurero tenía que atravesarlos con su puro equilibrio. Conforme más avanzaba más difícil se volvía seguir adelante, pero nada lo detenía. Ni siquiera esos restos espeluznantes de lo que parecían ser enorme tentáculos incrustados en la pared. Ni si quiera el hecho de que todavía se movían.

Cada vez iba más adentro del templo y cada vez aumentaban más y más los tentáculos, todos ellos apuñalados y pegados a la pared con estacas y piedras y todos ellos moviéndose con espeluznantes palpitaciones acompañadas por alaridos provenientes del fondo de las ruinas.

Finalmente James logró llegar a una enorme y gloriosa cámara en el fondo del templo. En el techo había una cúpula adornada con escenas de guerra y con un enorme kraken justo en el centro, izquierda y derecha había un par de caídas de agua y al fondo había un enorme portal por donde continuaba el templo, en medio había un puente delgado y fino a punto de venirse abajo. Otro alarido bestial sacudió el lugar, un alarido que provenía del fondo de ese mismo lugar. James comenzó a avanzar sobre el puente.

Los alaridos continuaron, cada vez haciéndose más fuertes, más dolorosos, más monstruosos. James llegó a la mitad del camino y miró hacía abajo. Una bestia enorme, llena de escamas cubiertas de fango y sangre, con unos monstruosos colmillos y unos ojos rojos como el rubí se encontraba tirada al fondo del templo. Estaba rodeada por sus propios tentáculos despedazados y a medio de descomponerse. Tenía unas enormes piedras encima que no le permitían moverse y varios troncos y tablas encajadas en su cuerpo. Cuando vio a James sus rugidos parecían hablar y reclamarle con el odio más intenso que esa criatura hubiese sentido jamás por todo aquellos que ese hombre le había hecho.

- ¡Ya estoy aquí! – Le gritó el aventurero. - ¡¡¡He regresado para que te vengues!!!

La bestia le contestó con un odio agudo y estruendoso.

- ¡¡¡Ya no me queda nada!!! ¡¡¡Ven y trágame!!!

Pero el monstruo no se movió. James, enfurecido golpeó el puente de piedra hasta sacarse sangre de sus nudillos y lagrimas de los ojos, casi rogándole a la bestia que fuese por él. La bestia había callado y era como si el silencio y la oscuridad lo estuviesen engullendo lentamente cuando de pronto el templo entero volvió a temblar más fuerte y durante más tiempo que ninguna de las veces anteriores. La bestia había despertado de su sueño y comenzaba a arrancar sus tentáculos de las paredes, haciendo explotar todo en miles de pedazos. Rugía como nunca y comenzaba a incorporarse, lista para llevar acabo su venganza. James e levantó emocionado y comenzó a correr hasta llegar al otro lado del puente.

- ¡Ven por mi, como lo hiciste hace años monstruo!

Llegó hasta el fondo de la cámara y se detuvo para mirar si la bestia lo seguía. Se había detenido el estruendo, pero apenas pasaron unos segundos uno de los enormes y monstruosos rugidos de la bestia sacudió de nuevo al aventurero y decenas de tentáculos viscosos y ensangrentados salieron disparados desde el fondo donde yacía la bestia, destruyendo todo lo que se encontraba a su paso. De pronto la cabeza de ojos rojos se asomó con su cuerpo finalmente ayudándole a erguirse después de años. James lo vio todo con asombro, nostalgia y miedo; su cuerpo se atrofió por unos segundos y finalmente volvió a correr, escapando de la monstruosa bestia que venía detrás de él.

Todo el templo comenzaba a deshacerse a sus espaldas y el monstruo iba rugiendo fuertemente mientras se acercaba a él más y más. Los tentáculos pasaban a su lado, cada vez más cerca de matarlo hasta que finalmente James logró llegar al verdadero final del templo. Era otra cámara enorme con cada una de las paredes decoradas con pinturas hermosas y en el centro había dos cosas. Una de ellas hizo llorar a James, la otra le dio el alivio que tanto necesitaba. Se acercó a la primera. Era un cadáver, un viejo y consumido cadáver que llevaba años ahí. Lo tomo en sus brazos y las lagrimas corrieron como ríos sobre sus mejillas.

- Ya estoy aquí amigo. Cumplí mi promesa. Regresé por ti. – Susurró suavemente.

El monstruo estaba a punto de llegar y el suelo a sus pies comenzaba a temblar. Se incorporó y miró la segunda cosa: un altar al que le faltaba algo. Tomó su mochila y sacó una esfera de oro. Sus manos le temblaban y sus piernas aún más, se acercó hasta el altar y justo cuando estaba colocando la esfera, el monstruo irrumpió detrás de él con un rugido final antes de abalanzarse sobre el aventurero.