Sinopsis: De esas veces que sabes que te encantaría hablar con ellos... pero no los conoces.
Número
de palabras: 649
Clasificación: A
Género: Romance
Comentario: Les recomiendo que lo lean con la canción más romántica y hipster que tengan. Ah, por cierto: ¡hola! hace mucho que no subo nada aquí. Sigo viva, si es que temían por mi.
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De pronto empezó una de esas canciones, de esas que no son
tan populares pero todo mundo conoce. Las personas que habían estado bailando
se sentaron y los meseros por fin pudieron navegar con libertad por entre el
mar de mesas, gente y risas. El volumen de la canción fue creciendo, empezando
con un tempo hipnótico pero suficientemente suave como para ser ignorado.
La canción era de esas que la gente podía simplemente
ignorar… y, sin embargo, era la única que ella había disfrutado a lo largo de
la hora que llevaba en el bar. Cerró los ojos por un segundo, ignorando las
conversaciones de sus amigos y movió la cabeza de lado a lado, siguiendo el
ritmo de la canción. Volvió a abrir los ojos, mirando al techo, había lindas
lamparitas de vidrio de color a lo largo de todo el techo y en algunos puntos
específicos pequeños ventanales que perdían su uso al oscurecer. Sus amigos
bromeaban y alzaban la voz, mientras que habían estado cómodos cantando y
bailando y tomando durante todas las otras canciones, era con esta con la que
decidían gritar. Ella sólo rió para sí misma.
Sostuvo su cabeza con una mano en su mejilla y los miró
sonriendo. Suspiró alegre y volvió a cerrar su ojos.
Cuando los volvió a abrir inspeccionó la pequeña tertulia y
ahí, entre un grupo igual de escandaloso que el suyo, una chica de facciones
finas y cabello largo y ondulado movía su pie al ritmo de la música. Tomaba
cerveza, de la misma que ella, y sonreía como si escuchase una conversación
sumamente interesante entre dos terceros aunque sus compañeros de mesa tenían
los ojos fijos en ella al hablar. Soltó una pequeña risita mientras la miraba.
Lentamente terminó la canción y una nueva comenzó. Otra vez
una poco conocida. Ambiente, para que el ruido de las conversaciones no les
explotase los oídos a los meseros. De nuevo una canción de su agrado. Uno de
sus amigos se le acercó a comentarle algo, un buen chiste, se rió y tomó un
trago de cerveza. Volvió a mirar a la chica de facciones finas, ahora era más
obvio lo mucho que se estaba tratando de concentrar en la canción, cerrando los
ojos y bailando con los hombros. Se volvió a reír. Y entonces ella abrió los
ojos. Se cruzaron por un segundo. Se paralizó. Tragó saliva. Tragó cerveza.
Desvió la mirada. Se sonrojó. Volvió a mirar. La seguía viendo. Se sonrieron.
Ambas regresaron a las conversaciones en curso en sus
respectivas mesas, riendo y bromeando con sus amigos. Empezó una cumbia, algo
más bailable, y la sacaron a bailar. Siguiendo el ritmo de la canción se movió
como si diese un show, y la miró de nuevo. La chica de facciones finas tomó un
trago de cerveza y se rió un poco, ¿tal vez no bailaba tan bien como creía?
Ella también se rió, avergonzada, pero no dejó de mirarla. La canción terminó y
se fue a sentar.
Otras cuantas canciones, y era obvio que el bar estaba
tratando de relajar el ambiente, ir incitando a los clientes más alocados a ir
dejando la localidad. Todas esas canciones eran de esas que ella disfrutaba, y
aunque sus amigos comenzaban a aburrirse un poco, ella no podía evitar sonreír cada
vez más. La chica de facciones finas la seguía mirando.
Sus amigos se comenzaron a ir. Algunos la invitaron a bailar
una última vez antes de despedirse y lentamente su cuerpo fue gravitando hacia
el de ella. Lentamente comenzó a dar dos pasos hacía atrás y uno hacía delante,
moviendo su cuerpo, sus caderas y sus piernas hasta donde ella se encontraba,
ya también comenzando a despedirse de la mayoría de sus compañeros.
De pronto estaban sentadas en el mismo diván.